La destrucción de
la bahía y el puerto de Portmán, ha sido uno de los mayores atentadosecológicos no solo de la Región de Murcia sino de toda la península Ibérica.
La visita a este espacio será uno de los destinos de nuestro periplo por tierras murcianos. Actuará como guía, David Orgaz, al que nos unen estrechos lazos, y que trabaja en el Dpto. Biología Vegetal (Botánica, Facultad de Biología) de la Universidad de Murcia.
David nos hace esta reseña para aproximarnos a esta catástrofe ecológica sin precedentes.
Desde los inicios de su explotación, en 1957,
de las piritas de la Sierra Minera, la compañía Peñarroya-España produjo enormes
cantidades de escombros minerales, resultado de los métodos de extracción a
cielo abierto que utilizó como forma de abaratar costes. Se han calculado en unos
315 millones de toneladas de estériles minerales entre 1957 y 1987, fecha de
cierre de las explotaciones. En los primeros momentos, esos escombros eran
depositados al pié de las canteras, formando grandes terreras, pantanos, etc,
que han destruido el paisaje original de la Sierra. Sin embargo, el problema mayor provino de los residuos
procedentes del lavado de los materiales para la obtención del mineral. Por su
fluidez y volumen, era muy caro depositarlos en balsas o pantanos.
Ante esto, y ya
antes de iniciar la explotación, la empresa se planteó la opción de reducir
costes arrojando los estériles de sus lavaderos directamente al Mar
Mediterráneo. En enero de 1958 las autoridades permitieron arrojar estos
estériles, con ciertas condiciones: que los vertidos se hicieran por tubería
submarina que fuera una solución temporal (5 años), que se indemnizara a los pescadores;
que no se aumentara el número de lavaderos ni su capacidad a no ser que se
construyeran balsas de almacenamiento de estériles en tierra; y que si se
demostraban los daños al medio ambiente los vertidos se paralizarían. Evidentemente
estas medidas no fueron cumplidas.
Antiguo dique del Puerto de Portmán |
En 1965 comenzaron
a notarse los efectos de los vertidos. La propia empresa admitió internamente
que la bahía de Portmán sería colmatada en poco tiempo, y que sería necesaria
una nueva estrategia para continuar deshaciéndose de los estériles en el mar.
La solución que encontraron fue la de plantear la irrelevancia de Portmán como
puerto, por lo que desde 1966 se planteó el cierre, o al menos la reducción de los vertidos, ante la
progresiva inutilización del puerto de Portmán, considerado puerto de refugio,
y se exigió el dragado del puerto a la empresa responsable.
Sin embargo, los
objetivos de la empresa son totalmente opuestos. Estudia ampliar la producción
de mineral abriendo nuevas canteras en la sierra, y necesita ampliar la
capacidad de sus lavaderos. En una decisión clave, desarrollaron una estrategia
clara. Solicitan la anulación de la declaración de puerto de refugio de Portmán
y el permiso de ampliar el volumen de vertidos. A cambio se ofrecen a ceder
terrenos para construir un nuevo puerto en el cabo de Palos. En junio de 1967,
tras reuniones con el ayuntamiento de Cartagena (que no tiene jurisdicción
sobre Portmán pero sí sobre cabo de Palos, se hace la oferta definitiva: los
terrenos para la construcción de la dársena de cabo de Palos más 4.000.000 de
pesetas de "indemnización". A cambio se pide el abandono de Portmán. Ese
fue el momento clave, la sentencia de
muerte de la bahía de Portmán. A partir de ese momento, los vertidos fueron
incontrolados.
En 1978 la empresa
aún obtuvo permisos para aumentar el volumen de vertidos. Y ello a pesar de que
en este momento se conoce con precisión la elevada toxicidad de los estériles
arrojados, tanto por la alta concentración de metales pesados (cadmio, plomo),
como por la presencia de productos muy tóxicos usados en el lavado del mineral
(sulfato de cobre, cianuro sódico, sulfato de cinc, ácido sulfúrico, entre
otros), Portmán se había convertido en el punto más contaminante de todo el
Mediterráneo y nadie, ni la empresa ni las autoridades hacían nada para frenar
el desastre.
Vista de los áridos acumulados (en color anaranjado) |
A partir de 1980
la presión social y periodística aumenta. Incluso en 1986 se produjo una
espectacular acción de la asociación ecologista internacional Geenpeace en la
que algunos de sus miembros se encadenaron a las tuberías de vertido. Sin
embargo ya es tarde. No sólo la bahía se ha perdido sino que la propia
Peñarroya está buscando la forma de salirse del foco de atención.
Desde principios
de los años 80 la actividad minera produce pérdidas. Además, tanto a nivel
político, sobre todo desde 1982, con planes de obligar a la regeneración de la
bahía, como a nivel social, comienza a exigirse una solución definitivaLos
intentos de ampliar la explotación minera a nuevas canteras choca con la
oposición radical de los vecinos de la zona, en 1987-88. En ese contexto
Peñarroya busca la salida, y en medio de las negociaciones abiertas en
distintos frentes (paralización de vertidos, obligación de recuperar la bahía
de Portmán, promesas de mantener la actividad, solicitudes de ampliar las
explotaciones), el 20 de septiembre de 1988 da la espantada. Cede todos sus
derechos mineros y propiedades a la empresa Portmán Golf, y desaparece de la
escena. Se da la paradoja de que a partir de este momento, esta nueva empresa
presionará para que la administración recupere con fondos públicos la bahía, y
posteriormente, recalifique como urbanos los terrenos circundantes, en su gran
mayoría propiedad suya.
Hoy en día, como
se pueden ver en las fotos y comprobaremos en la excursión, los efectos que
produjeron los vertidos son más que evidentes, sumen en una extraña mezcla de
enfado y pena y la recuperación total de la bahía es algo que se antoja lejano
por lo que podemos considerarlo, a día de hoy una utopía.
La concienciación medioambiental y el cuidado y preservación de nuestro Patrimonio Cultural o Natural, debe ser una de las bases fundamentales de nuestro trabajo... ¡y de nuestra actitud vital!
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