martes, 16 de abril de 2019

La artemia, el alimento favorito de los flamencos


Vinculado al anterior artículo sobre el flamenco, se ha mencionado en determinadas ocasiones a la artemia salina (Artemia sp.) como su principal fuente de alimento y pigmentación. No obstante, este crustáceo perteneciente al género Anostraca destaca por tener un amplio uso para alimentación de peces y otras criaturas en el ámbito de la acuicultura, así como por tener un curioso ciclo reproductor y la capacidad de entrar en criptobiosis (anulación parcial o total de una o varias funciones vitales) de forma similar a organismos extremófilos.
Imagen 1: Representación del dimorfismo sexual
de la artemia salina.
A nivel morfológico, la artemia es un pequeño crustáceo branquiópodo con una longitud de entre 10 y 15 mm, el cual está dotado de un cuerpo segmentado en 20 secciones con 10 pares de apéndices. Por otro lado, su cuerpo tiene un recubrimiento blanco a su alrededor, de forma similar a un caparazón, el cual queda dividido en tres secciones principales: el abdomen, el tórax y la cabeza. Igual que los animales tratados en los anteriores artículos, la artemia salina presenta un marcado dimorfismo sexual, evidenciado por la presencia de un tórax delgado y pinzas en la cabeza en machos, las cuales facilitan la capacidad de apareamiento, mientras que en hembras podemos observar un tórax amplio y la presencia de un saco ovular al final del abdomen, donde se fecundarán los huevos y se realizará la puesta o gestación de los embriones.

Imagen 2: Distribución geográfica de la artemia
en la Península Ibérica
La distribución geográfica de éste crustáceo es extensa, encontrándose en lagos hipersalinos a lo largo de todo el globo. Ésta capacidad de diseminación viene dada por su capacidad de entrar en criptobiosis, por la cual la artemia inactiva sus funciones vitales para convertirse en un quiste capaz de vivir en deshidratación hasta entrar en contacto con un nuevo cuerpo acuoso. Los principales vectores de transmisión son las aves acuáticas migratorias, en concreto los flamencos, pero el ser humano también ha intervenido en su dispersión gracias a la gran cantidad de aplicaciones en piscicultura que ésta ofrece como alimento para peces filtradores y crustáceos. En cuanto a las principales concentraciones de artemia en el mundo, destaca el Parque Estatal del Gran Lago Salado (“Great Salt Lake”) en Utah, EEUU, si bien destaca su aparición en grandes masas de agua como el Mar Caspio. En el caso de la península Ibérica, es posible encontrarla en la gran totalidad de sus costas y hasta en zonas del interior, destacando lugares como Cádiz, Sanlucar de Barrameda, el Cabo de Gata, el Delta del Ebro o las orillas del Mar Menor.
En lo referente a su hábitat, la artemia puede desarrollarse en cualquier medio acuático en el que exista un índice de salinidad, el cual puede variar tan drásticamente desde un 3% a un 30%. Por otro lado, la artemia es capaz de vivir en lagos donde la concentración de sal es casi del 50% (cercana a la saturación) gracias a su desarrollado sistema de osmorregulación, el cual comienza a fallar en zonas saturadas a raíz del desequilibrio iónico. Así mismo, ésta también es capaz de adaptarse a las fluctuaciones térmicas, pudiendo habitar en zonas que van desde los 6º a los 37º grados centígrados.
Imagen 3: Ciclo reproductivo de la artemia
Uno de los aspectos más notorios de la artemia es su ciclo reproductor, el cual consta de cinco fases en las cuales deben cumplirse una serie de condiciones vinculadas a la temperatura y el entorno. En la primera fase de éste proceso, los huevos denominados quistes, son liberados y entran en el estado de latencia/criptobiosis antes mencionado hasta alcanzar una temperatura favorable de en torno a unos 25º, en la cual son capaces de eclosionar liberando las larvas de artemia, denominadas nauplios. A continuación, el nauplio emergerá del huevo y comenzará a adaptarse al medio, utilizando el saco vitelino al que se encuentra unido para alimentarse hasta la adultez. Una vez el saco ha sido consumido, la artemia comenzará a alimentarse de pequeñas algas y materia en descomposición, y comenzará a diferenciarse sexualmente, desarrollando las pinzas o el saco ovular previamente mencionado. Por último, tendrá lugar la fase de fecundación, en la cual el macho se une saco ovular de la hembra mediante sus pinzas para liberar el esperma, llegando a fecundar cientas de crías de forma diaria. Por otro lado, la artemia también cuenta con la capacidad de reproducirse por partenogénesis, dando lugar a descendencia sin tener lugar el proceso de fecundación. No obstante, éste procedimiento únicamente da lugar al nacimiento de hembras, lo cual se podido observar en el estudio de determinadas poblaciones.
Bibliografía
Realizado por: Javier Santos, 2ºBC

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